miércoles, 17 de septiembre de 2008

Elecciones en EU: Obama o McCain: Fórmulas para dirigir el imperio

Las elecciones en Estados Unidos están a la vuelta de la esquina. El corazón del imperialismo bulle en efervescencia política, con un gran espectáculo en los medios, esa marca patentada de los grandes eventos gringos: una elección, las convenciones partidistas, un partido de béisbol o de futbol americano tienen las mismas pautas de show y publicidad.
Para cumplir su cometido deben ser transmitidos en directo por los grandes monopolios de comunicación, esas trasnacionales conocidas que convierten en verdades las mentiras o en realidades las fantasías. Mientras tanto la economía sigue develando su debilidad, mostrando los grados de corrupción en diversas áreas, ahora en el sector de bienes raíces que deja sin casa a millones de personas, y Bush prosigue como si nada: le importa un comino la suerte del país puesto que sus intereses están a salvo, las tropas siguen en Irak y por su actitud pareciera que el imperio no adolece de sobresaltos.
Un sistema electoral poco democrático
La política estadunidense está signada por los dos grandes partidos, republicano y demócrata, sin atisbos de oposición o alternativas, debido en gran parte a los rígidos controles del sistema político. Antes que nada es preciso recordar que la democracia gringa no tiene ni asomos de modelo a seguir o perfección, como la quieren promocionar en el mundo entero, y como algunos cipayos pretenden venderla en los países de América. Sólo basta mencionar que la elección no es directa, es decir, el pueblo no vota por el presidente a elegir, sino por los representantes de los partidos en cada uno de los 52 Estados de la Unión Americana (que no tienen representación equitativa en el colegio electoral), quienes al obtener la mayoría designan como presidente a su candidato después de los comicios, pero la trampa está en que hay estados que tienen más delegados electorales, y por tanto pueden influir en la decisión, aunque el elegido haya tenido menos votos populares. Por ese camino se allana el fraude electoral, la manipulación y el control político por parte de una minoría, una plutocracia representante de grandes intereses económicos. Por esa vía, de manera fraudulenta “ganó” las elecciones de 2004 el actual presidente George Bush, con la manipulación de las elecciones en el estado de Florida, donde era gobernador su hermano Jeb. Y por esa misma razón su compañero de fórmula fue Dick Cheney, un zorro accionista de grandes consorcios como Halliburton, depredador internacional vinculado a negocios del petróleo y de nefasto papel en la invasión a Irak: esa empresa percibió jugosos y millonarios contratos de “reconstrucción” en el país invadido en un cínico caso de vulgar tráfico de influencias del vicepresidente, muy común en la seudo-democracia de EU. Nada extraño al capitalismo, que se sirve del sistema para efectuar grandes negocios a través del poder político, como en cualquier democracia subdesarrollada. Y que además mantiene en la abulia y apatía a los votantes a través de eso mecanismos de control que en EU están bien aceitados con la alienación de la televisión, los video-juegos, la drogadicción, o la ignorancia de la población que vive en un mundo virtual que coloca como geocentro a EU, y al consumismo como el patrón de todos los valores.
El negro Obama vs el anciano McCain
Las elecciones de noviembre próximo tendrán como contendientes a los candidatos elegidos internamente por cada partido, tras un largo periodo de proselitismo, amparado en inmensas sumas de dinero, condición esencial para ser candidato en EU. Mientras los demócratas eligieron a Barack Obama, un hombre de origen afro-americano que compitió con Hillary Clinton, esposa del ex presidente del mismo apellido; los conservadores del Partido Republicano designaron a un anciano de 72 años, John McCain, hombre de recalcitrantes ideas conservadoras.
En el juego político estadunidense la designación de los candidatos a la vicepresidencia es indicativo de tendencias y posicionamientos, muchos de ellos a la luz de los grandes medios de control de masas, es decir los monopolios de la comunicación. Es la política entendida como un juego de mercadotecnia, como un espectáculo que puede ser dirigido o manipulado a través de campañas mediáticas para vender “el producto”, condición rastrera a la que el capitalismo reduce la política.
Contra todo pronóstico, Obama designó para vicepresidente a un conservador, Joe Biden, contrariando la lógica de tener como compañera a Hillary, que podía atraer muchos votos de su género, además de que representó la oportunidad de instalar a una mujer en la primera fila del poder. La inclinación de Obama por Biden es analizada como un gesto de cortesía hacia los halcones del Partido Demócrata, lo cual implica con claridad el rumbo que puede tomar como presidente si gana los comicios. Aunque los medios tratan de suavizar la postura de Obama ante temas como Irak y el Medio Oriente, sus discursos de campaña en el sentido de retirar las tropas apenas se quedarán en meras promesas, porque el stablishment yanqui lo menos que puede tener en mente y aceptar es perder las posiciones estratégicas ganadas con la invasión a Irak y Afganistán, y lo que representan para el imperio las reservas de petróleo y el control geopolítico de esa región ante Rusia y China, e inclusive Irán.
A ese marco se circunscribe la presencia de Biden -senador experto en asuntos internacionales, es decir en intervencionismo de todo tipo-, en la eventual presidencia de Obama. Otro elemento a tener en cuenta es hasta donde los blancos racistas de EU, con todo su poder económico y el control político, están dispuestos a ceder la silla presidencial a un negro como Obama, que si bien es cierto no ha sido atacado de manera directa por su origen afro, si es un factor de peso si consideramos la historia y el racismo de la clase política de EU (y grandes sectores de la población), tradicionalmente blanca, ultraconservadora y racista.
El ex senador McCain, por su parte, es defensor a ultranza no sólo de las ideas más retrógradas ancladas en sectores religiosos. Como ex combatiente de Vietnam, el candidato republicano es un fuerte defensor de la intervención y permanencia militar de EU en el Medio Oriente y en Irak. Con el nombramiento de Sarah Palin como candidata a vicepresidencia mandó una clara señal mediática para intentar captar los votos o las simpatías femeninas por Hillary Clinton, excluida de la fórmula demócrata. En contraste y como respuesta mediática, el veterano senador republicano se la jugó con una mujer joven de ideas extremadamente conservadoras, sin experiencia política, con apenas dos años como gobernadora de Alaska, destacada opositora al aborto, reticente a una reforma migratoria, ex modelo y ex reina de su estado; además de integrante del Club Nacional del Rifle, entidad que retrata ese ánimo belicista de los gringos, que igual sirve para practicar la cacería de alces u osos en Alaska, jugar a la guerra en una universidad cazando estudiantes a bala, o bien asediando y asesinando migrantes latinos en la frontera sur con México.
En lo que respecta a Colombia, la visita de McCain a Cartagena en julio pasado, tras la invitación del presidente Uribe, es sintomática de que el mandamás colombiano se la juega con la derecha republicana, todo en aras de la aprobación del Tratado de Libre Comercio EU-Colombia, con lo cual queda claro que la idea es someter más aún la economía nacional al carro del imperio. Con Bush en declive, la miope esperanza de la oligarquía es un presidente republicano en la Casa Blanca: como si el burro esperara al tigre que lo salvará del acecho y las garras del león. Se nota la ausencia de una política exterior coherente en la “Casa de Nari”, que no sea la incondicional entrega al discurso neofascista contra el “terrorismo” internacional y la rodilla en tierra ante los planes injerencistas del Pentágono… A eso va Uribe precisamente a EU: a cabildear un TLC que tiene las puertas cerradas por lo menos hasta que se posesione el nuevo ocupante de la Casa Blanca.
Sin que haya visos de que vaya a abandonar la máxima yanqui “EU tiene intereses y no amigos”, Obama y el Partido Demócrata se oponen al acuerdo comercial binacional con Bogotá, en particular argumentando la violación de los Derechos Humanos por parte del Estado colombiano, en particular la muerte de cientos de sindicalistas a manos de las fuerzas de seguridad.
La recta final
El 4 de noviembre las urnas gringas se abrirán a un espectáculo matizado por una parafernalia mediática cuyo resultado arrojará un presidente anciano y casi decrépito como símbolo del país de las barras y las estrellas, o bien el primer negro al frente de EU, una verdadera pesadilla para la tradición racista de los blancos de ese país. Las encuestas marcan un empate virtual, aunque bien sabemos lo maniáticos que pueden ser los sondeos.
Mientras tanto los latinos, o hispanos, como son denominados los migrantes latinoamericanos, voten o no, seguirán con su suerte esperando la persecución de la migra, esperando volarse los cada vez más herméticos muros levantados en la frontera con México, y seguirán una vida de explotación para que el american way on life se perpetúe con el sudor y lágrimas que solo el capitalismo es capaz de extraer a cambio de un puñado de dólares, o un remanso de bienestar familiar en los países de origen.
En síntesis: Obama o McCain son las alternativas de la fórmula imperial para los próximos cuatro años, sin que las circunstancias geopolíticas y los intereses imperialistas cambien por sí mismos en esencia: eso sería suicida y en la historia universal ningún imperio se ha hecho la eutanasia.

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