viernes, 11 de julio de 2008

Quién se beneficia con la crisis alimentaria?



En diversos países del mundo, como Haití, Filipinas, Egipto, Camarones, México, Senegal, entre otros, las poblaciones salieron a la calles para protestar en contra del aumento de los precios de los alimentos, que afectan directamente más de 37 países de África, Asia y América Latina, es decir, cerca de 859 millones de personas.//Noticia ABP Brasil en portugués
El precio de sesenta productos agrícolas aumentó un 37% el último año en el mercado internacional. Los cereales subieron un 70%, entre estes, el trigo, la soya, los aceites vegetales y el arroz alcanzaron cifras récord.
Mientras el mundo está preocupado con el aumento de los precios de los alimentos y los efectos sobre la población mundial, las grandes transnacionales procesadoras de granos como a Archer-Daniels-Midland aumentaron su ganancia en un 42%. Resultados similares fueron obtenidos por Monsanto Co. (herbicidas y semillas), Deere & Co. (equipos) y Mosaic Co. (fertilizantes).
¿Quién se beneficia con la crisis alimentária? "La especulación, frecuentemente olvidada en los debates públicos, es una de las causas principales de la actual crisis de los alimentos. La producción permanece en un nivel elevado, pero los especuladores apuestan en la escasez esperada y aumentan artificialmente los precios", afirma una nota de la Vía Campesina.
La crisis responde al impacto de las políticas neoliberales que han sido aplicadas en escala global. Es resultante de muchos años de políticas destructivas que debilitaron la producción nacional de alimentos y obligaron a los campesinos a producir cultivos comerciales para compañías transnacionales y a comprar sus alimentos de estas mismas transnacionales en el mercado. México, por ejemplo, era un país exportador de maíz y pasó a ser dependiente de la importación del mismo de Estados Unidos. Actualmente, importa un 30% de su consumo. Actualmente, las crecientes cantidades de maíz de Estados Unidos fueron súbitamente destinadas a la producción de biocombustibles.
Las cantidades disponibles para los mercados mexicanos disminuyeron, provocando un aumento de los precios y una crisis en la economía mexicana. Según nota de la Vía Campesina “Los tratados de la OMC forzaron los países a “liberalizar” sus mercados agrícolas. Fueron reducidas las tasas de importación (el cual fue una pérdida importante de ingreso para los países importadores!) y se aceptó importaciones de por lo menos 5% de su consumo interno, inclusive sin necesidad. A la vez, las transnacionales continúan haciendo dumping con los excedentes en sus mercados, utilizando todas las formas de subsidios directos e indirectos a la exportación”.
La crisis alimentária global beneficia a las transnacionales que monopolizan cada uno de los sectores de la cadena de producción, transformación y distribución de los alimentos. No vanamente los beneficios económicos de las principales transnacionales de las semillas, de los fertilizantes, de la comercialización y transformación de comida y de las cadenas de distribución al menor no pararon de aumentar.
Los alimentos se convirtieron en una mercancía en mano del mejor apostador. Las tierras, las semillas, el agua son propiedades de las transnacionales que ponen un precio exorbitante a estos bienes. Además del beneficio de esas empresas transnacionales, otro tema que afecta y ha generado problema en todo el mundo, principalmente en la reunión de la FAO, que ocurrió en Roma entre 5 y 9 de junio, dejando al mundo fallido debido a la incapacidad de dar soluciones prácticas a la crisis mundial, es la producción de biocombustibles.
Estados Unidos fue el principal promotor, juntamente con Brasil, de la política de los biocombustibles para hacer frente al aumento de los precios del petróleo, ignorando las dramáticas y previsibles consecuencias de este tipo de producción. Así, para satisfacer sus necesidades energéticas, Washington está promoviendo una estrategia que llevará gran parte de la humanidad al desastre. La FAO afirmó que el aumento mundial de la producción de biocombustibles amenazaba el acceso a los productos alimentares de las poblaciones pobres del tercer Mundo. “En el corto plazo, es muy probable que la rápida expansión de combustibles verdes, a nivel mundial, tenga efectos importantes en la agricultura de América Latina”, afirmó. Efectivamente, la producción de biocombustibles es realizada en detrimento de los cultivos de plantas comestibles utilizando las reservas de agua, desviando tierras y capitales, lo que origina un aumento de precios de los productos alimentares.
Las desastrosas consecuencias sociales de esta política son fácilmente previsibles cuando se sabe que la inseguridad alimentária ya afecta a 859 millones de personas.
El presidente Lula y el ministro de Finanzas, Guido Mantega, expresaron su desacuerdo con relación a las conclusiones de la FAO. Mantega dijo que los biocombustibles “ponen en peligro la producción alimentar [...] en Estados Unidos, pero no en Brasil, ni en los países africanos, ni en los países de América Latina, que poseen bastantes tierras para producir las dos cosas”. Lula afirmó que “la comida no es cara debido al biocombustible. La comida es cara porque el mundo no está preparado para ver millones de chinos, hindúes, africanos, brasileños y latino-americanos comer”. Lula defiende los biocombustibles y es su mayor defensor mundo afuera, porque Brasil es el segundo productor mundial, tras Estados Unidos.
Pero los precios de las materias primas contradicen de forma contundente las palabras de Mantega y del presidente brasileño. La producción de biocombustibles sustituye a los cultivos alimentares y fomenta el aumento de los precios. Así, el precio del arroz aumentó un 75% entre febrero y abril de 2008 mientras el precio del trigo explotó en 120% durante el mismo periodo. El mismo ocurrió con otros productos básicos como la soya, el maíz, el aceite, la leche, la carne y otros. El precio del trigo, por ejemplo, aumentó un 181% en tres añosJean Ziegler, relator especial de Naciones Unidas para el Derecho a la Alimentación, calificó la producción masiva de biocombustibles de “crimen contra la humanidad”.
Frente a la mercantilización de la vida, debemos reivindicar el derecho de los pueblos a la soberanía alimentária, a controlar su agricultura y su alimentación. No podemos permitir que se especule con que nos alimenta.

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