viernes, 25 de abril de 2008

Por la dignidad de Colombia, Uribe debe renunciar!

Cuando el 29 de abril del año 2000 lanzamos el Movimiento Bolivariano por la Nueva Colombia como proyecto político, destacamos su carácter clandestino, teniendo en cuenta no solo el extenso historial de la clase dirigente colombiana en la utilización del crimen como recurso sistemático contra sus opositores, sino particularmente la plena vigencia de una estrategia paramilitar como soporte del régimen.
Hoy, 8 años después, cuando ante el país y el mundo se desnuda la esencia cancerosa y violenta del Estado colombiano va quedando claro que el paramilitarismo no es la respuesta desesperada de algunos ciudadanos agredidos por la guerrilla revolucionaria, sino una concepción y una práctica terrorista diseñada para arrebatar las tierras a los campesinos, asesinar dirigentes populares y opositores políticos, intimidar sectores sociales y regiones enteras forzándolas económica y electoralmente, apropiarse de las inversiones y negocios oficiales, controlar personajes y grupos determinantes de la fuerza pública y de los poderes ejecutivo, legislativo y judicial, y así, apropiarse del Estado para direccionarlo en función de los intereses del gran capital.

Si a esa práctica y concepción terroristas, se le suman los dineros e intereses del narcotráfico, que a partir de los años 70 del siglo pasado se amalgamaron con los dineros e intereses de la oligarquía colombiana, podremos explicarnos mucho mejor las características políticas, económicas y sociales de la realidad actual y razonar colectivamente sobre salidas civilizadas.

Lo innegable hoy, es la ilegitimidad de las instituciones vigentes, erigidas y fortalecidas a partir de la estrategia paramilitar.

Lo inevitable, el progresivo conocimiento público de los nombres de altos militares, poderosos empresarios, hacendados, multinacionales e importantísimos funcionarios del Estado y de gobiernos aliados, como ideólogos, financiadores y propiciadores de la criminalidad paramilitar.

Lo inadmisible: el celestinaje presidencial con los capos del sicariato paramilitar, para cubrirlos de impunidad y silenciarlos con las más inanes disculpas.

Lo inmoral: la amenaza terrorista que encierra la advertencia uribista a la Corte Suprema de Justicia para que detenga sus investigaciones.

Lo inaplazable: la responsabilidad política que debe asumir a plenitud el presidente Uribe, sin evasivas ni esguinces, independiente de la responsabilidad que más adelante le puedan fijar los jueces.

Lo insostenible: el sofisma que pretende atribuir la responsabilidad del paramilitarismo en las personas, mostrándolos como casos aislados, ante la abrumadora evidencia que compromete a centenares de altos funcionarios del régimen y no solo de este gobierno.

El paramilitarismo como estrategia de terror para imponer y profundizar el neoliberalismo viene de tiempo atrás, cambiando de piel según las circunstancias, manteniendo su vigor como es evidente en la persistencia del asesinato de sindicalistas, el accionar creciente de nuevos y viejos grupos sicariales por todo el país, la práctica de tierra arrasada que implementan las fuerzas militares en las llamadas zonas rojas con el silencio de la gran prensa, el sicariato moral que se practica desde las distintas oficinas de la Casa de Nariño, etc.

Y como estrategia para avanzar en la monopolización de la tierra y privatización de los recursos naturales también: las plantaciones de palma en el Chocó y la fallida burla de Carimagua no son casos aislados, son solo ejemplos que no lograron silenciar.

El uribismo pregona que toda la investigación de la llamada para-política es consecuencia de su buena administración, cuando se conoce que la Presidencia no ha cejado un instante de presionar e intimidar a la justicia para que abandone su tarea pues el castillo de naipes empieza a tambalear. Las mentiras del régimen, manipuladas para cubrir sus vergüenzas y corruptelas, no resisten más.

Las profundas heridas que llevaron al país al bordo del abismo, están sanando en falso y los grandes problemas subyacen en el fondo de nuestro tejido social: la ausencia de soberanía, la injusticia social que se agrava cada vez más porque solo unos pocos se apropian de las riquezas mientras la mayorías apenas sobreviven; la corrupción de las costumbres políticas y la perversión de un régimen viciado por el paramilitarismo esencialmente los mismos problemas de hace 60 años. Y como el gobierno actual ni tiene ni tendrá voluntad ni imaginación para trabajar en serio una salida política al conflicto, que pasa por entender la inviabilidad del actual régimen político y la necesidad de acordar y construir entre todos, uno nuevo, pacífico, solidario, integrador, equitativo, verdaderamente democrático y soberano, los bolivarianos continuaremos batallando por las salidas políticas a esta crisis, por la realización del acuerdo humanitario, por la solución inmediata con reparación a los más de 4 millones de desplazados.

Continuaremos luchando porque el desarrollo económico se distribuya entre todos pues carece de grandeza alardear de un 7.5 de crecimiento mientras persiste la alta tasa de desempleo, crece el desempleo disfrazado, aumenta la inflación que solo golpea a los pobres, se reduce dramáticamente la capacidad de compra de la población, se esfuma el miserable aumento salarial impuesto por el gobierno, aumenta la cantidad de colombianos que viven por debajo de los índices de pobreza absoluta a tiempo que el señor ministro de agricultura convoca a la resignación de las mayorías con una alimentación sin carne, sin huevos, sin panela y sin pan pero con mucho plátano.

A 8 años de conformado, el Movimiento Bolivariano por la Nueva Colombia llama a todos sus integrantes y a sus amigos a intensificar esfuerzos por la derrota del actual régimen neoliberal y paramilitarizado, a rechazar el TLC, a exigir la renuncia del Presidente Uribe por ilegítimo, a trabajar por la convergencia de todas las fuerzas y tendencias ajenas al paramilitarismo que abra las puertas de Colombia a un nuevo gobierno, sostenido en la legitimidad que le proporcione una nueva Asamblea Constituyente.

Llamamos a rechazar el criminal papel que Bush ha dado al gobierno colombiano como el Israel de América y por el contrario, a trabajar por el fortalecimiento de la solidaridad y la hermandad entre los pueblos latinoamericanos, a forjar la patria grande y pujante que soñó el Libertador como horizonte y esperanza digna para todos nosotros!

Compatriota,

Alfonso Cano

Abril del 2008.

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